martes, 25 de octubre de 2011

Cracovia

Después de años deseando ir a Polonia y en particular a su zona sur donde se concentran muchas de las perlas de este país, por fin este año nos animamos a ir a descubrirla en persona. Organizamos el viaje por nuestra cuenta, reservando los vuelos, el hotel y un coche de alquiler (por cierto, desde aquí les mando un 10 a los de Pol-spain).

Descartada Varsovia, dada la duración del viaje, elegimos un hotel en Cracovia desde el que movernos por la zona.

De lo que teníamos planeado visitar, muchas cosas tuvimos que dejarlas para otra ocasión (quizá lo que mas pena me dio fue perderme Wroclaw), pero en parte fue porque nos gustó tanto Cracovia que le dedicamos mas tiempo del que teníamos planeado. En fin, dicen que sarna con gusto no pica.

Por cierto, de Polonia me vengo sin pajaritos, no porque no los hubiera, que los había a montones y alguno hasta se puso a tiro, sino porque iba «de ligero» y el tele se tuvo que quedar en casa.

Voy a dedicar esta entrada a Cracovia, que como he dicho nos encantó, y otras a las excursiones que hicimos por los alrededores de esta ciudad y a los antiguos campos de concentración de Auschwitz.

El centro la ciudad es una autentica maravilla. Cracovia no fué arrasada por los alemanes en la 2ª Guerra Mundial como otras ciudades polacas y gracias a ello conserva la estructura de calles que mantenía desde el siglo XIII. Por el contrario, su muralla (de la que sólo se conserva un fragmento en la zona norte, junto a la puerta se San Froilán), ha ido dejando su lugar a unos bonitos jardines que rodean lo que entonces eran los límites de la ciudad.


El centro neurálgico de la urbe, y donde desembocaremos tras cualquiera de nuestros paseos por el casco antiguo es, sin duda alguna, la Plaza del mercado (Rynec Glowny), la mas grande de Europa y en la que destacan, de forma especial tres edificios: La imponente Basílica de Santa María, el antiguo mercado de paños y la torre del Ayuntamiento, único recuerdo que queda de este edificio ya derruido.



Cuenta con un sinfín de restaurantes, terrazas, cafes y, como no, la galería alojada en la lonja de paños que actualemente se ha convertido en un encantador mercadillo de artesanía.

Sólo con ir paseando por las callejuelas que la rodean, nos iremos encontrando una interminable colección de iglesias, palacios y edificios representativos como el Colegius Maius, segunda universidad europea y en la que estudiaron innumerables personajes ilustres, desde el mismísimo Copernico hasta el Papa Juan Pablo II.   








Y si nos decidimos a bajar un poco mas por Ulica (calle) Grodzka, quizá la principal via comercial de Cracovia, nos encontraremos a la derecha el cerro de Wawel, donde se erigen de forma imponente el Castillo y la Catedral y, un poco mas adelante, el  precioso barrio de Kazimierz en el que residían los judios de Cracovia antes de ser expulsados al gueto que se creó al otro lado del río y, posteriormente, eliminados por los nazis en diversos campos de exterminio.




En este mismo barrio podemos aprovechar para almorzar o sentarnos tranquilamente a reponer fuerzas en algunos de sus encantadores cafés (establecimeientos que por cierto, podremos encontrar en cualquier rincón de Cracovia y que en general tienen un ambiente tranquilo y muy agradable).

En cuanto a los restaurantes podemos probar en cualquiera de los innumerables que se reparten por la ciudad. Tienen una cocina bien elaborada y unos precios increiblemente baratos. Ah y no nos olvidemos de regar nuestro plato con alguna de las magníficas cervezas polacas servidas normalmente en vasos de medio litro...


Pero bueno, creo que el mejor consejo que se puede dar con respecto a Cracovia es, sin duda, que se vaya a verla en persona, no creo que nadie quede defraudado por esta preciosa ciudad y por esta encantadora gente... apenas llevo una semana en Madrid y ya la echo de menos. Me da que habrá que volver.

Auschwitz


Sólo la palabra ya nos trae algo a la mente. De hecho, todo el que viene a Polonia se hace la misma pregunta ¿voy a Auschwitz?

Desde luego, este lugar no deja indiferente a nadie. Cada uno lo siente a su manera pero a todos nos remueve algo por dentro ¿eso es malo? Yo creo que no.

Auschwitz es una de las mas lamentables páginas de nuestra historia, desde luego, pero no por no verlo va a dejar de serlo. Al contrario, creo que si todos fuéramos algo mas conscientes de lo que allí pasó, se reducirían las posibilidades de que algo así pueda llegar a repetirse.

No quiero decir con esto que todo el mundo deba pasar el mal rato, no. Auschwitz no es plato de buen gusto y a quien sus sentimientos no se lo aconsejen, mejor que no vaya. Pero también es cierto que si estudias su historia, si sabes de antemano lo que allí pasó y si te documentas sobre la dimensión de la barbarie humana en aquel lugar, al final la visita simplemente te ayuda a constatar la magnitud y la realidad de aquellos hechos y, como ya he dicho, te hace ser mas consciente (aunque todos los sepamos) de que aquello realmente sucedió, con personas reales, mucho mas allá de lo que dicen los libros.

En fin, yo os cuento mi visita por si os interesa (me he ahorrado cualquier imagen de las que considero que pudieran llegar herir la sensibilidad de algunas personas) :

La visita de Auschwitz comprende dos de los numerosos campos de concentración y exterminio que los nazis crearon en las cercanías de Cracovia: Auschwitz I y Auschwitz II – Birkenau.

Nada tiene que ver la apariencia del uno con la del otro. Auschwitz I se creó casi al principio de la ocupación polaca y originalmente fue un campo de concentración, podríamos decir «convencional». Conforme pasó el tiempo y los nazis decidieron su «solución final», se convirtió en uno más de los campos de exterminio de los nazis y hasta tuvo sus propias cámaras de gas, pero estas fueron improvisadas en edificaciones creadas originalmente para otros fines.



Auschwitz I se conserva tal y como estaba cuando lo liberaron las tropas rusas y conserva un gran número de enseres personales de los prisioneros que allí acabaron junto con fotografías, listas de nombres… todo esto te hace personalizar la historia, «meterte en la película», y empezar a sentir el campo desde la perspectiva de las personas que por allí pasaron. Por ello la visita de este campo es muy emotiva (y según para quien, puede llegar a ser mas impresionante que la de Birkenau).


Birkenau (o Auschwitz II) es otra historia. Ya desde que se entra por la puerta, al lado de por donde entraban los trenes cargados de prisioneros, uno se da cuenta de que aquello es distinto. Birkenau parece mas una auténtica factoría (de matar) y si nos fijamos en los «establos» en los que se hacinaba a los prisioneros es inevitable pensar en un auténtico matadero de ganado.



Que nadie malinterprete esta expresión. En Auschwitz no valen los eufemismos y en este lugar el ser humano perdió esa condición,  y obviamente no me refiero a aquellos que a la fuerza, fueron tratados y asesinados de una forma infinitamente mas cruel a como hoy en día son tratadas las bestias, sino a todo aquel que creó, mantuvo o en cualquier medida colaboró para que esto fuera lo que llegó a ser.


A Birkenau llegaban trenes cargados de prisioneros hacinados en bagones de ganado (en su mayoría judíos búlgaros o polacos, pero también gitanos, prisioneros de guerra, presos políticos, homosexuales,…) se seleccionaban, y los que valían para ir muriéndose poco a poco en trabajos forzados eran destinados a estos usos, los que no valían eran simplemente exterminados en las cámaras o almacenados en barracones a la espera de su triste final.


Curiosamente, en la actualidad reina en Birkenau una paz muy especial y, por contradictorio que pueda parecer, creo que la conservación de este lugar es un buen homenaje a aquellas personas y una forma de conservarlos en la memoria.

Alrededores de Cracovia.

… y por fin vamos a por el tercer capítulo de nuestro viaje a Polonia, saliendo un poco de la ciudad de Cracovia.

En las cercanías de esta localidad hay una infinidad de lugares por visitar.

Sin apenas salir del área metropolitana, podemos visitar Wadowice, localidad natal del Papa Juan Pablo II (con su correspondiente casa-museo) o, por supuesto, las famosas minas de Sal de Wielitza, (de las que personalmente esperaba algo mas pero que, aun así, me parece que deben se visitadas). Se trata de una antigua mina de sal, que se viene explotando desde el Siglo XIII y en la que algunas galerías se encuentran a mas de 300 metros de profundidad.

La visita no llega tan abajo, aunque comienza bajando una escalera de casi 400 escalones… ( tranquilos luego se sube en ascensor).

En los mas de 3 km. de galerías que se visitan podremos contemplar algunas obras hechas en roca de sal por los propios mineros a lo largo de los siete siglos de explotación, entre las que encontraremos numerosas figuras y lámparas e incluso una impresionante capilla en la que en la actualidad se realizan bodas y otras ceremonias religiosas.


Junto a estas obras se intercalan figuras que nos muestran el trabajo en la mina y que convierten estas galerías en un autentico museo.



Si queremos alejarnos un poco mas podemos aventurarnos hacia las primeras estribaciones de los Cárpatos donde podremos visitar la pintoresca localidad de Zacopane con sus construcciones de madera o un poco mas al noreste, alguna de las numerosas iglesias, también construidas en madera que, por méritos propios, han obtenido el título de Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.





En fin, estas son sólo algunas pinceladas, nuestra visita fue muy corta y el sur de Polonia tiene tanto que ver que sería imposible recorrerlo en meses. En cuento al tiempo en esta época… pues frío la verdad. Por suerte casi no nos llovió pero tuvimos varios días nublados y otros en los que el mercurio bajó de cero. Quizá la época ideal para ver Polonia sea bien entrada la primavera o en verano, aunque también es cierto que el color del otoño en Polonia es una pasada, esa mezcla de prados verdes y bosques amarillos es difícil de encontrar por nuestras tierras.