miércoles, 24 de agosto de 2011

Burdeos

Mira tu, una ciudad a la que llegamos casi por casualidad y que, he de reconocerlo, me cautivó.

Pensábamos subir al Valle del Loira pero el cansancio acumulado del verano nos hizo buscar un destino más cercano y, buscando, buscando, vimos en el mapa Burdeos con su sellito de «Patrimonio de la Umanidad por la Unesco»… y allá que nos fuimos.

Y mereció el viaje. Viaje que desde San Sebastian –escala inevitable- apenas asciende a doscientos cincuenta kilómetros por autopista. En fin, un agradable paseo por las Landas francesas que lo hace realmente accesible.

Burdeos es una ciudad a lo ancho, tiene casi un cuarto de millón de habitantes y una superficie realmente extensa porque gran parte de sus edificaciones son de poca altura. Llegamos de noche y desde la entrada a la ciudad hasta llegar a nuestro hotel (a unos 1500 metros del centro) se me hizo una eternidad, ya pensaba que el GPS me la había liado –como en tantas ocasiones- pero no, me llevó por el camino mas corto: diez kilómetros de callejeo rodeado de casas bajas que mas parecían de algún pueblecito que de una gran ciudad.


Pero es que así es Burdeos. Parece una ciudad anclada en el pasado. Un pasado marcado por su condición de puerto fluvial (parece mentira estando a 50 Km. del mar –casi 100 navegando por el río-) y, por ello, aduana del comercio con las colonias y localidad con una gran importancia económica en aquella época.

Esta condición dotó a la ciudad de un conjunto de edificios administrativos y de un rico patrimonio monumental que ha sabido mantener hasta nuestros días.

No es extraño por tanto que el Río –Garona- sea la vía principal que estructura el centro histórico, centro que, como hemos dicho, esta protegido como patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y que, por cierto, ostenta el record de ser el patrimonio urbano de mayor extensión al que se ha otorgado este título.


Y es cierto que en pocas ciudades podemos contemplar un número tan grande de edificios antiguos y tan bien conservados. Por ello, un paseo por el centro de Burdeos se puede convertir en un auténtico viaje al pasado.  


Y si contamos con mas días, por los alrededores podemos ir a Saint Emilión, un pueblecito con bastante encanto y en el que podremos adquirir algunos de los mas afamados caldos de la zona, o acercarnos a la bahía de Arcachón donde podremos visitar su famosa Duna del Pilat o, si nos gustan las aves (que raro que hable yo de estas cosas…) su magnífico parque ornitológico de Teich.

lunes, 1 de agosto de 2011

Menorca

Pues si, ya era hora de colgar unas fotitos de Menorca (siento el retraso pero he estado un poco liadillo). Por cierto, vaya encanto de isla.

Esa es la palabra: encanto. Menorca tiene algo que la hace especial. Quizá sea su tranquilidad, quizá sus calas o sus aguas, quizá sus pueblos o su gente,… a lo mejor es que la he mirado con mejores ojos, pero creo que no. Menorca tiene encanto.

Esta isla con dos capitales, la actual, Mahón, y la antigua, Ciudadela, se estira desde una hasta la otra como si entre ambas quisieran partir la isla en dos. Para unirlas está “la carretera”, y a ambos lados de esta, dos mitades de la isla, norte y sur, cada una con sus características específicas.

Si piensas en el sur te viene a la cabeza el sol, las calas de arena blanca, el agua turquesa… si piensas en el norte, el sol queda a la espalda y las calas son de arena mas oscura pero el agua igual de cristalina.



Calas al norte, calas al sur… en Menorca existen cientos de calas, algunas parecidas pero todas diferentes. ¿Cuál es mas bonita? Pregunta a diez personas en la isla y puede que cada una elija una distinta y quizá eso sea lo mejor de las calas de Menorca, que hay calas preciosas para todos los gustos, y cada una con ese puntito que la hace especial.

El agua es también especial en Menorca, nada que ver con lo que he visto en otros lugares, hay zonas en las que es como meterse en un acuario sin cristal, observando tu alrededor con perfecta nitidez a metros de distancia y rodeado de peces que, a fuerza de ver cada día la presencia del hombre, parece que ya ni se asusten de él.




Hay también un buen patrimonio cultural para visitar en Menorca desde los numerosos restos de los primeros habitantes humanos de la isla, -la llamada cultura talayótica- hasta nuestros días, Menorca ha tenido una historia llena de acontecimientos de los que quedan vestigios repartidos por toda su geografía.







Buen ejemplo son las dos grandes ciudades: Ciudadela y Mahón, Ciutadella y Maó. Ambas cuentan con un precioso casco antiguo y una buena de colección de edificios y monumentos que hacen imprescindible su visita. Pero no solo ellas son Menorca, existen muchos pueblos y lugares dignos de ver y, por supuesto, un precioso patrimonio natural.





Cabe destacar el Parque Natural de S’albufera des Grau, donde el agua y la tierra se alían para crear un entorno privilegiado en el que numerosas especies animales viven habitualmente o simplemente usan como refugio temporal en sus migraciones entre Europa y África.








En fin, creo que se nota que me gustó Menorca y desde luego, así fue. Como ya he dicho, un encanto de isla cuya visita recomiendo a todo el que tenga ocasión.