Mira tu, una ciudad a la que llegamos casi por casualidad y que, he de reconocerlo, me cautivó.
Pensábamos subir al Valle del Loira pero el cansancio acumulado del verano nos hizo buscar un destino más cercano y, buscando, buscando, vimos en el mapa Burdeos con su sellito de «Patrimonio de la Umanidad por la Unesco»… y allá que nos fuimos.
Y mereció el viaje. Viaje que desde San Sebastian –escala inevitable- apenas asciende a doscientos cincuenta kilómetros por autopista. En fin, un agradable paseo por las Landas francesas que lo hace realmente accesible.
Burdeos es una ciudad a lo ancho, tiene casi un cuarto de millón de habitantes y una superficie realmente extensa porque gran parte de sus edificaciones son de poca altura. Llegamos de noche y desde la entrada a la ciudad hasta llegar a nuestro hotel (a unos 1500 metros del centro) se me hizo una eternidad, ya pensaba que el GPS me la había liado –como en tantas ocasiones- pero no, me llevó por el camino mas corto: diez kilómetros de callejeo rodeado de casas bajas que mas parecían de algún pueblecito que de una gran ciudad.
Pero es que así es Burdeos. Parece una ciudad anclada en el pasado. Un pasado marcado por su condición de puerto fluvial (parece mentira estando a
Esta condición dotó a la ciudad de un conjunto de edificios administrativos y de un rico patrimonio monumental que ha sabido mantener hasta nuestros días.
No es extraño por tanto que el Río –Garona- sea la vía principal que estructura el centro histórico, centro que, como hemos dicho, esta protegido como patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y que, por cierto, ostenta el record de ser el patrimonio urbano de mayor extensión al que se ha otorgado este título.
Y es cierto que en pocas ciudades podemos contemplar un número tan grande de edificios antiguos y tan bien conservados. Por ello, un paseo por el centro de Burdeos se puede convertir en un auténtico viaje al pasado.
Y si contamos con mas días, por los alrededores podemos ir a Saint Emilión, un pueblecito con bastante encanto y en el que podremos adquirir algunos de los mas afamados caldos de la zona, o acercarnos a la bahía de Arcachón donde podremos visitar su famosa Duna del Pilat o, si nos gustan las aves (que raro que hable yo de estas cosas…) su magnífico parque ornitológico de Teich.